20 enero 2013

¿QUÉ TÍTULO LE PONGO AL RELATO?

 

 

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La noche abre la ventana de las estrellas y el lago se queda solo; espera que la luna acaricie su sueño.

Unas lágrimas, como hojas secas doradas, se posan sobre una escalera gris que lleva a las profundidades del abismo de la tristeza.

Eternidad que se frota los ojos, mientras su sonrisa ilumina la escena llena de silencios. Una eternidad vacía, sin nada mío. Es algo extraño, salvaje. Me quedo quieto, luego me alejaré para dejar que nazca la leyenda.

Siempre trato de empezar por los deseos, por los sueños, por escribir sobre los amores que duermen en las palabras nacidas sobre la escarcha de los imposibles.

De repente quise huir. Todo era desconocido. Nunca me había sucedido eso de sentirme atrapado. No sabía qué título poner a mi relato.

¿Por qué titular un libro, un relato, un poema?

La MUECA se ha dormido. El JADE brilla descalzo. No hay nada que hacer. Ellos están a la orilla que les vio brotar. Durante miles de años jugaron en silencio en el bosque que rodea el lago. No supieron que se amaban. Bueno, no se sabe. ¿Por qué a veces lloraban? Ella, quiso marchar por la senda que lleva al valle; él, cerró los ojos para no ver el abandono. Y, después, la noche. Nadie recuerda el final de la historia.

Los álamos cuentan la vida de ese amor, su fragilidad, su locura. Ahora es un recuerdo, un crepúsculo, un estanque.

Hay pasiones con mucha confusión. Si se supiera cómo se van a desarrollar, tal vez, nunca se amaría. El amor, llega pero, la inflexible Átropos corta, sin avisar, el hilo del deleite con sus tijeras de oro, y muere.

-Ven aquí amor, y dime que me quieres. A Jade le temblaban sus brillos verdes con manchas rojizas.

-¡Te mentiré!

-No me importa.

-Vale: te amor.

Con una pasión fingida en sus palabras, Mueca, siguió:

-Dondequiera que vayas, ya puedes contar lo mucho que te quiero, nadie te creerá.

La luna, esclava de la tenebrosidad, crece en un cielo encantador. Y cada noche, por las sendas del bosque, las estrellas se refugian, para escapar de la hermosa Vieja Luna.

Habían conocido un amor ruin, enemigo y traidor.

¿Qué título le pongo al relato?

1 comentario:

Pilar Moreno Wallace dijo...

La palabra acaricia con ternura.